Que el control de la primera finta pertenezca al autor y el de la segunda al marcaje y entre una y otra no medie más que un pestañeo, demuestra el asombroso misterio que en nuestro juego encierra la mímica.
Recelo de la numerología como superstición. Pero descubrir que Jordan abandonó su extraño dorsal 45 en la velada número 23 despierta una fascinante sospecha.